De mis ventanas a
otras ventanas
Parte 5
Ese es un mundo secreto y privado que estás investigando. La gente hace muchas cosas en privado que no sabrían explicar en público. La ventana indiscreta, Alfred Hitchcock, 1954, min. 75.
En “Ventanas en la noche” de Edward Hopper (1928), vemos la media figura de una mujer anónima cerca de las ventanas iluminadas de su apartamento, de noche, sin saber que está siendo observada por voyeuristas, ya sea el artista o los espectadores de la obra. Aunque el observador podría estar en la calle mirando esta misteriosa y erótica escena, el punto de vista es más alto, siendo observada desde la ventana de otro edificio. La pintura parece un fotograma de la película de Alfred Hitchcock “La ventana indiscreta” (1954), como si la mujer fuera vecina del fotógrafo L.B. Jeffries, interpretado por James Stewart. Mientras espía a sus vecinos y les pone apodos, descubre un asesinato al llevar su práctica voyeurista más allá de la ética, cruzando la línea entre lo privado y lo público. Impulsado por la curiosidad, la observación incesante puede llevar a uno a enredarse en la vida de las personas, a veces con consecuencias inimaginables.
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En el cortometraje 'La ventana de los vecinos' (2019), una pareja espía la ventana de otra pareja y se sorprende al descubrir, al final, que estaban siendo observados por esa misma pareja todo este tiempo. Algunas personas pueden actuar de forma impulsiva sin dejar lugar a su sentido común, al robar lo que no debería ser robado: nuestra privacidad, libertad y vulnerabilidad. Obras de fotógrafos como Merry Alpern (1995), Gail Albert Halaban (2009), Fosi Vegue (2014) o Yasmine Chatila (2016), revelan lo controvertido que puede ser el acceso a apartamentos anónimos bajo el cobijo de la noche, revelando escenas ordinarias o, en algunos casos, actividades sexuales. La sociedad totalitaria de vigilancia es criticada por todos nosotros como ciudadanos libres, pero cuando individuos buscan vigilar a sus vecinos con su cámara, se les llama artistas.
Es paradójico pensar que aquellos que toman a otros en foto probablemente no aceptarían ser fotografiados ellos mismos. La búsqueda de privacidad se podría resumir a correr la cortina y apagar la luz, para evitar ser vistos por la noche, ya que “nunca miramos solo una cosa; siempre miramos la relación entre las cosas y nosotros mismos […] Poco después de ver, nos damos cuenta de que también podemos ser vistos. El ojo del otro se combina con el nuestro para dar plena credibilidad al hecho de que formamos parte del mundo visible” (Berger, 1972, p.9). En este contexto dado, la obra “Fresh widow” (1920) de Duchamp, con sus cristales cubiertos de cuero negro, puede protegernos del mundo exterior pero también puede encerrarnos en nuestra soledad, al igual que una ventana que da a una pared. Aunque haya observado a mis vecinos en ocasiones, como los artistas trastornados descritos anteriormente, los he evitado en la mayoría de mis fotografías, capturando solo sus siluetas y enfocándome en los interiores como si sus ventanas fueran el marco de una obra de arte, una metáfora tomada de 'La condición humana' (1933) de René Magritte y su serie de ventanas rotas.