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Seguridad
biométrica

La puerta de entrada

En el campo de las teorías sociales, Bruno Latour (2021) explica cómo los no humanos son delegados con funciones tradicionalmente otorgadas a actores humanos, como la puerta automática o el badén que actúan como lo haría su contraparte humana, de forma distinta. A principios de 2022, mi recinto instaló un sistema automático de reconocimiento facial en sus tres accesos. Primero tuve que registrar mi cara con una fotografía en una oficina local. Luego, cada vez que regresaba del trabajo o de un paseo, las puertas se abrían automáticamente después de escanear mi rostro. Esto no reemplazaba a los guardias, ya que todavía estaban en la entrada para abrir la puerta en caso de que hubiera un problema, o si habían repartidores, pero eso facilitó su trabajo en la gestión de flujos bajo una estricta política zero covid. En tal escenario extremo, el sistema de reconocimiento facial estaba vinculado a nuestro kit de salud y la puerta se abría si uno había hecho una prueba PCR de acuerdo con las últimas normas. La puerta permanecería cerrada si no podía reconocer la cara o la prueba PCR no se había hecho correctamente, lo último induciendo a la moral y restringiendo indirectamente el derecho básico de volver a casa. A pesar de todo, los guardias aún abrían la puerta o incluso dejaban entrar a las personas detrás de otras, ya que la norma era más bien regular que prohibir, pero ello fue suficiente para demostrar cómo la tecnología puede condicionar a las personas.

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Latour, B. (2021) Where Are the Missing Masses? The Sociology of a Few Mundane Artifacts, in Deborah G. Johnson and Jameson M. Wetmore (eds.), Technology and Society, Second Edition, MIT Press, pp.103–120.

Publicado: 25 de diciembre de 2022

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